sábado, 11 de agosto de 2012

SÁNCHEZ GORDILLO

La imagen de los jornaleros del SAT saliendo de los Mercadonas con los carros llenos es lo más comentado estos días en España, habiendo conseguido incluso una gran repercusión mediática a nivel internacional apareciendo en las portadas de algunos ilustres rotativos europeos, como por ejemplo en el Der Spiegel de Alemania. Es indudable que la acción de estos sindicalistas ha cumplido el objetivo que se proponían, llamar la atención a la mayor gente posible y difundir un mensaje tan justo y legítimo como necesario.


Yo he de reconocer que me he entusiasmado con todo lo que está generando este acto reivindicativo. Para empezar cualquier tipo de acción directa contra los mercados, el capital y la oligarquía tiene que verse OBLIGATORIAMENTE como algo positivo por el proletariado. Pero más aún en los tiempos que corren, en los que se están cebando con la clase obrera mientras los partidos políticos defienden con uñas y dientes un sistema cruel y fascista sustentado por el capitalismo salvaje. Una situación aprovechada por los falangistas peperos para recortar todos los pocos derechos que nos dejaron conseguir y retrotraernos 50 o 60 años atrás. Poco me parece lo realizado para lo que se debería liar.

Lo que más me ha gustado de esta acción, aparte del acto en sí y su mensaje reivindicativo, es que se haya producido en nuestra tierra, en nuestra Andalucía. Poder ver en los ¿informativos? estatales esas imágenes en las que se mezclaban banderas andaluzas y su estrella roja antifascista junto a otras del CHE o de Lenin me producen cierto orgullo. Sé que no significa gran cosa, que por aquí seguiremos con nuestras ferias, semanas santas, partidos de fútbol y dominguitos en la playa. Pero es un soplo de aire fresco, un oasis en medio del desierto que le hace a uno pensar que no está todo perdido, que aún hay esperanza en esta tierra nuestra. Después de observar con franca admiración la lucha de los mineros del norte, estas imágenes que colocan las banderas andaluzas en las portadas de los periódicos es una muy buena noticia.

También es agradable observar como se mueven inquietos en sus cómodos sillones los periodistas fachas, clamando al cielo porque Sánchez Gordillo siga siendo diputado y pidiendo a gritos la cárcel para todos estos "delincuentes, salteadores y ladrones". Pa descojonarse las cartas al director de diarios como el ABC por ejemplo, todos los abueletes del "con Franco esto no pasaba" indignadísimos con semejante tropelía. La verdad que con la que está cayendo a todos estos chuflas yo no puedo más que tomarmelo a cachondeo. Y precisamente es Sánchez Gordillo el centro de la mayoría de las críticas, el centro de todas las miradas. Digamos que es el protagonista del momento.


Yo confieso haber votado a Izquierda Unida en estas últimas elecciones andaluzas. Me engatusaron con la imagen de este hombre, que aparecía en todos los carteles junto a la de Diego Valderas. Vislumbré la posibilidad de ver al alcalde de Marinaleda como consejero de agricultura, peleándose con la tan criticada por él política europea y mandando a la mierda a sus socios del PSOE en las sesiones plenarias. Pero no ha sido así. Gordillo se apartó alegando, coherentemente por cierto, que él no formaría gobierno con corruptos, ladrones y chorizos, que es justamente lo que ha habido y sigue habiendo en la junta de Andalucía. Eso es entendible y perfectamente lógico. Pero lo que no llego a comprender es como él y la CUT-BAI (Confederación Unitaria de Trabajadores-Bloque Andaluz de Izquierdas) siguen perteneciendo a IU. 
Me parece ilógico e incoherente que se critique diariamente los recortes del gobierno andaluz y que se luche para que paguen de una vez por todas los responsables de los Eres falsos y demás corruptelas cuando es tu propio partido el que forma parte activa de tamaña injusticia.

Todo esto me hace pensar que quizás este hombre esté más cómodo de lo que nos intenta hacer creer. Amparado en una organización con cierto mando puede tener más repercusión mediática y a su vez más privilegios sin llegar a sufrir las incomodidades que daría ser responsable de un cargo público digamos más poderoso. Ahí desde esa segunda fila en la que se encuentra no tiene que mojarse más de la cuenta, evita complicaciones que sin duda tendría cuando ostentando algún cargo de poder tuviera que plegarse a los designios del sistema burgués, condición inevitable para el que entra en este juego de la política caplitalista.

Mucho daría para hablar de este personaje, así que mejor dejarlo para otra ocasión. En cualquier caso es de agradecer que en una sociedad andaluza tan reprimida como en la que nos encontramos existan gente así, tan de izquierdas y activas, capaces de mosquear a los muchos fachas que por aquí pululan. Siempre nos quedará Marinaleda...


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